|
Indice
ARTE POETICA
Hermosa encuentra la vida
quien la construye hermosa.
Por eso amo en tí
lo que tú amas en mí:
La lucha por la construcción
hermosa de nuestro planeta.
-
VAMONOS PATRIA A CAMINAR
1.- Nuestra voz.
2.- Vámonos patria a caminar.
3.- Distante de tu rostro.
1
Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:
canto.
Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:
canto.
Para decir qe me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:
canto.
Para que nadie diga: ¡tierra mía!,
con toda la decisión de la nostalgia:
canto.
Por lo que no debe morir, tu pueblo:
canto.
Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte:
tú, interrogación de frutas y
mariposas silvestres,
no perderás el paso en los andamios de
mi grito,
porque hay un maya alfarero en tu corazón,
que bajo el mar, adentro de la estrella,
humeando en las raíces, palpitando mundo,
enreda tu nombre en mis palabras.
Canto tu nombre, alegre como un violín
de surcos,
porque viene al encuentro de mi dolor humano.
Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo
del viento
para ordenarme que no tolere el crepúsculo
en mi boca.
Me acompaña emocionado el sacrificio
de ser hombre,
para que nunca baje al lugar donde nació
la traición
del vil que ató tu corazón a la
tiniebla, ¡negándote!
2
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas
ojos.
Yo me quedaré sin voz para que tú
cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras,
para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas
conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy
un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz
del mundo.
Ay, patria,
a los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos de un árbol de rocío
agudo,
violento de cóleras de pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
3
Pequeña patria mía, dulce tormenta,
un litoral de amor elevan mis pupilas
y la garganta se me llena de silvestre alegría
cuando digo patria, obrero, golondrina.
Es que tengo mil años de amanecer agonizando
y acostarme cadáver sobre tu nombre inmenso,
flotante sobre todos los alientos libertarios,
Guatemala, diciendo patria mía, pequeña
campesina.
Ay, Guatemala,
cuando digo tu nombre retorno a la vida.
Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa.
Subo las letras del alfabeto hasta la A
que desemboca al viento llena de alegría
y vuelvo a contemplarte como eres,
una raíz creciendo hacia la luz humana
con toda la presión del pueblo en las
espaldas.
¡Desgraciados los traidores, madre patria,
desgraciados.
Ellos conocerán la muerte de la muerte
hasta la muerte!
¿Por qué nacieron hijos tan
viles de madre cariñosa?
Así es la vida de los pueblos, amarga
y dulce,
pero su lucha lo resuelve todo humanamente.
Por ello patria, van a nacerte madrugadas,
cuando el hombre revise luminosamente su pasado.
Por ello patria,
cuando digo tu nombre se rebela mi grito
y el viento se escapa de ser viento.
Los ríos se salen de su curso meditando
y vienen en manifestación para abrazarte.
Los mares conjugan en sus olas y horizontes
tu nombre herido de palabras azules, limpio,
pata lavarte hasta el grito acantilado del
pueblo,
donde nadan los peces con aletas de auroras.
La lucha del hombre te redime en la vida.
Patria, pequeña, hombre y tierra y
libertad
cargando la esperanza por los caminos del
alba.
Eres la antigua madre del dolor y el sufrimiento.
La que marcha con un niño de maíz
entre los brazos.
La que inventa huracanes de amor y cerezales
y se da redonda sobre la faz del mundo
para que todos amen un poco de su nombre:
un pedazo brutal de sus montañas
o la heroica mano de sus hijos guerrilleros.
Pequeña patria, dulce tormenta mía,
canto ubicado en mi garganta
desde los siglos del maíz rebelde:
tengo mil años de llevar tu nombre
como un pequeño corazón futuro
cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana.
INVENCIBLES
Amor, nosotros somos invencibles.
De historia y pueblo estamos hechos.
Pueblo e historia conducen al futuro.
Nada es más invencible que la vida;
su viento infla nuestras velas.
Así triunfarán pueblo, historia
y vida
cuando nosotros alcancemos la victoria.
Amanece ya en la lejanía de nuestras
manos.
Y la aurora se despierta en nosotros,
porque somos los constructores
de su casa, los defensores de sus luces.
Ven con nosotros que la lucha continúa.
Levanta tu orgullo miliciano, muchacha.
¡Nosotros venceremos, mi dulce compañera!
TU MADRUGADA, PATRIA
- Así concibo yo a mi patria,
- que otros la conciban como quieran.
Anduve viajando
muchos años
por el mundo,
con el lucero
de tu nombre
en los ojos.
Y no hubo
una sola mañana,
que se fuera
sin algo de lo tuyo.
Cuando el alba
llegaba, ya estabas
repartiendo tus gestos,
extraños y lejanos,
desde la oscura colina
de mi rostro.
"¿Por qué la quieres
tanto, me decían,
si es amarga y cruel
como el alma de un basta?
¿Por qué, si es tan chiquita
y tan hambrienta, que en ella
a uno sólo le queda por delante
la ardua tarea de morirse?"
Pero yo siempre respondía,
que te quiero tanto,
porque aún sumido en la tiniebla
oyendo el largo llanto
de tus hijos,
no puedo ignorar
que detras de mí
comienza en verdad,
tu madrugada.
Luego te alegrabas
en el fondo de mis ojos,
y volvías tu rostro
con ternura,
tal vez en busca ya
de los hijos
que están todavía
por venir.
RETORNO A LA SONRISA
Los niños
nacidos
a finales
del siglo
serán alegres.
(Su sonrisa
es de sonrisas
colectivas).
Yo,
hombre en lucha
a mediados del siglo,
digo: a finales del mismo
los niños serán alegres,
volverán otra vez a reír,
otra vez a nacer en los jardines.
Desde
mi oscuridad amarga
salgo y sobresalgo
de mi tiempo duro
y veo el final
de la corriente:
niños alegres,
¡no más alegres!
aparecieron
y se levantaron
como un sol de mariposas
después del aguacero
tropical.
Los niños
inundaron
el mundo
con su canto,
lo veo hoy,
1957, mediados
del siglo 20,
en lejano
país de América,
en la cuna del maíz.
Desde mi tiempo aspero
veo un rostro de niño
inundando de gran felicidad
silvestre y colectiva.
Veo los niños alegres
rodeados de inquisidores;
polizontes con hambre
y funcionarios con miedo,
y,
soy feliz en mi presidio
lleno de casas y calles
y látigos y hambre,
porque veo la salida del sol
lleno de flores, talcos y juguetes.
Soy feliz por la niñez futura,
cuya ágil estatura nueva
la llevo guardada
en mi corazón
pobrísimo.
Soy feliz con mi alegría,
porque nada puede impedir
el nacimiento de los niños
al finalizar mi siglo 20,
bajo otra forma de vivir,
bajo otro aire profundo.
Soy feliz por la niñez del mundo
venidero, y, lo procuramos a grandes
voces, lleno de júbilo universal.
EL GRAN INCONFORME
I
Nunca preguntéis
a un hombre
si sufre,
porque siempre
se está sufriendo
en alguna forma
y en algún camino.
Hoy,
por ejemplo,
sufro tu dolor,
patria mía,
hasta lo más alto
de mi alma.
Y no puedo
escapar,
llagado
como estoy
de tu tragedia.
Debo vivirte,
porque no he nacido
para darte
el contrapecho
de mi vida,
sino lo más noble
y provechoso que tengo:
la vida de mi vida,
la dignidad y su ternura.
II
Si alguien
sufre tanto contigo,
ese pobre hombre
tengo que ser yo,
yo que sufro tus limosneros,
tus prostitutas,
tus hambrientos,
tus asperas colonias populares,
donde tienen sus nidos
los buitres
del hambre y del frío.
Pero yo no te sufro
sólo con los ojos
abiertos,
sino con toda la herida,
tanto del alma
como del cuerpo,
porque soy, antes que nada,
el gran inconforme
que anda
debajo de la piel
de todos,
esperando su hora,
porque nadie
como los pueblos
saben,
que no se puede
renunciar jamás
a la lucha,
porque tampoco,
se puede renunciar
nunca a la victoria.
|
|
RESPUESTA
Si me preguntaras
qué es lo que más quiero
sobre la anchura de la tierra,
yo te contestaría:
a tí, amor mío, y a la gente
sencilla de mi pueblo.
Dulce eres, como la tierra.
como ella frutal y hermosa.
Pero a tí te quiero.
No por bella que eres.
Ni por lo fluvial de tus ojos,
cuando ven que voy y vengo,
buscando, como un ciego, el color
que se me ha perdido en la memoria.
Ni por lo salvaje de tu cuerpo indomable.
Ni por la rosa de fuego, que se entrega
cuando la levanto del fondo de la sangre
con las manos jardineras de mis besos.
A tí te quiero, porque eres la mía.
La compañera que la vida me dió,
para ir luchando por el mundo.
Amo a la gente sencilla de mi pueblo,
porque son sangre que necesito,
cuando sufro y me desangro;
hombres que me necesitan cuando sufren.
Porque nosotros somos los más fuertes,
pero también los más debiles.
Somos la lágrima.
La sonrisa. Lo dolorosamente humano. La unidad
de lo mejor y de lo más deplorable.
Lo que canta
sobre la tierra y lo que llora sobre ella.
De ellos recibí esta voz, este corazón
inquieto
que me apoya y me fortalece y me lleva consigo.
Por eso los amo como son
y también como serán.
Porque ellos son buenos
y serán mejores.
Y juntos nos jugamos
el destino, con nuestras
manos que todo lo construyen.
Así amo yo la vida
y amo a la humanidad,
amor mío,
cuando te amo y amo
a los hombres sencillos
de mi bello y horrendo país.
TU HOMBRE SE DESPIDE, AMOR MIO
- Me voy
pero no te preocupes
si antes del otoño
no he vuelto todavía.
Es lejos mi país
y sufre tanto,
que uno es incapaz
de ser feliz,
lejos de sus torres.
Aquí lo tengo todo.
Nada me falta,
ni siquiera mi soledad.
De todos lo guatemaltecos
pobres, yo soy quizá
una excepción ahora.
Y como mi vida entera
luché contra toda excepción,
porque quiero siempre
que la misma sea la regla,
tengo que irme, así de común,
barato de egoísmos.
Me voy,
pero no te preocupes
si tardo un poco en el regreso.
Un día en otoño me verás
llegar.
De lejos, con polvo aún en los cabellos.
Y muchos golpes recibidos, mucha hambre.
Por ese simple día, amor mío,
habré luchado muchos años.
Por ese simple día, amor mío,
habré esperado muchos días.
En lo alto de mis ojos
verás que aún persigo
una estrella lejana
y que no he podido volver
sobre mis pasos,
porque la luz del alba
me sigue seduciendo.
Amor mío,
tu hombre se va de nuevo
a los combates por la dicha.
|
|
SABOR A LUTO
Tú no sabes,
mi delicada bailarina,
el amargo sabor a luto
que tiene la tierra
donde mi corazón humea.
Si alguien toca a la puerta,
nunca sabes si es la vida
o la muerte
la que pide una limosna.
Si sales a la calle,
puede que nunca más
regresen los pasos
a cruzar el umbral
de la casa donde vives.
Si escribes un poema,
puede que mañana
te sirva de epitafio.
Si el día está hermoso
y ríes,
puede que la noche
te encuentre en una celda.
Si besas a la luna,
que acaricia tu hombro,
puede que un cuchillo
de sal
nazca de madrugada
en tus pupilas.
Amargo sabor a luto
tiene la tierra donde vivo,
mi dulce bailarina.
Sabes,
creo
que he retornado
a mi país
tan solo para morir.
Y en verdad,
no lo comprendo todavía.
INFORME DE UNA INJUSTICIA
Desde hace algunos días se encuentran
bajo la lluvia los enseres personales de la señora Damiana
Murcia v. de García, de 77 años de edad quien fue
lanzada de una humilde vivienda, situada en la 15 calle "C", entre
3a. y 4a. avenidas de la zona 1.
(Radioperiódico "Diario Minuto"
primera edición del día miércoles 10 de junio
de 1964.)
Tal vez no lo imagines,
pero aquí,
delante de mis ojos,
una anciana.
Damiana Murcia v. de García,
de 77 años de ceniza,
debajo de la lluvia,
junto a sus muebles
rotos, sucios, viejos,
recibe
sobre la curva de su espalda,
toda la injusticia
maldita
del sistema de lo mío y lo tuyo.
Por ser pobre,
los juzgados de los ricos
ordenaron deshaucio.
Quizá ya no conozcas
más esta palabra.
Así de noble
es el mundo donde vives.
Poco a poco
van perdiendo ahí
su crueldad
las amargas palabras.
Y cada día,
como el amanecer,
surgen nuevos vocablos
todos llenos de amor
y de ternura para el hombre.
Deshaucio.
¿cómo aclararte?
Sabes, aquí,
cuando
no puedes pagar el alquiler,
las autoridades de los ricos
vienen y te lanzan
con todas tus cosas
a la calle.
Y te quedas sin techo,
para la altura de tus sueños.
Eso significa la palabra
deshaucio: soledad
abierta al cielo, al ojo juzgor
y miserable.
Este es el mundo libre, dicen.
¡Qué bien que tú
ya no conozcas
estas horrendas libertades!
Damiana Murcia v. de García
es muy pequeña,
sabes,
y ha de tener tantísimo frío.
¡Qué grande ha de ser su soledad!
No te imaginas
lo que duelen estas injusticias.
Normales entre nosotros.
Lo anormal es la ternura
y el odio que se tiene a la pobreza.
Por eso hoy más que siempre
amo tu mundo,
lo entiendo,
lo glorifico
atronado de cósmicos orgullos.
Y me pregunto:
¿Por qué, entre nosotros,
sufren tanto los ancianos,
si todos se harán viejos algún
día?
Pero lo peor de todo
es la costumbre.
El hombre pierde su humanidad,
y ya no tiene importancia para él
lo enorme del dolor ajeno.
Y come,
y ríe,
y se olvida de todo.
Yo no quiero
para mi patria
estas cosas.
Yo no quiero
para ninguno
estas cosas.
Yo no quiero
para nadie en el mundo
estas cosas.
Y digo yo,
porque el dolor
debe llevar
claramente establecida su aureola.
Este es el mundo libre, dicen.
Ahora compárame en el tiempo.
Y dile a tus amigos
que la risa mía
se me ha vuelto un mueca
grotesca
en medio de la cara.
Y que digo amén su mundo.
Y lo construyan bello.
Y que me alegro mucho
de que ya no conozcan
injusticias
tan hondas y abundantes.
|